Por Eleuterio Perdomo
Soy un guajiro bruto –con el nombre basta para probarlo- y mi razocinio funciona sobre bases elementales; lo digo por si algún “intelectuar” se apresta a criticarme, por tanto, no pierdan su tiempo. Hoy, que a lo mejor puede ser ayer, es, o fue, Diez de Marzo. Lo que para una mayoría representa una fecha lastimosa, y para la restante mayoría la posible solución, inconclusa sin dudas por falta de coraje e inteligencia, a los males de la democaracia cubana –una suerte de “curita” con pésimo pegamento que dejó al final la herida a la intemperie y por consecuencia se infestó con la peor de las enfermedades: el castrismo- para mi se reduce en el día en que se abrió la caja de Pandora la de Birán. Uno, por siete; y el que le sigue, por cincuenta, dan la todalidad de una cifra triste que se pega a los sesenta años en la continuidad del sufrimiento más prolongado del que se tenga noticias en el mundo. Claro, no es menos cierto (lo que es bueno aclarar), que los siete del Primero son una panacea, un viaje a la rivera francesa con todos los gastos pagados, si se compara con los cincuenta restantes del Segundo. Pero venir a sublimar al mulato de Kuquines con tal de desmitificar al hijo del gallego -que ya de hecho lo está como figura al haber tenido la pésima suerte (y no solo él, sino todos nosotros) de vivir por mucho tiempo, resulta un acto bochornoso. Que uno fue menos “malo” que el otro, es un hecho. Sin embargo, los dos padecieron el terible virus, el más contagioso e incurable de la naturaleza cubana, para el que no hay vacuna, que se resume en el desdemedido ego que crece en medio del cultivo favorable que se reduce en nuestro ancestral amor por los mesías. Carajo, que el problema de Cuba no se reduzca en el reciclaje de figuras desechas por la historia misma, sino que se esfuerze en buscar la alternativa con sangre fresca y no comprometida; y no por eso –para darle espacio a lo posible- asimismo no proponernos en cerrar “espacios” a los que se mueven dentro del espectro de posibilidades; por supuesto, sin hemoglobina ajena en las uñas: unas, aparentemente reales, otras, posiblemente posibles; creo que vale todo con tal de salvar a Cuba. La Isla, lo que precisa es de inclusión y no un cambio de retratos, como muchos hicieron en el 59, sin ni siquiera renovar los marcos.
Por cierto, todo el que escriba un artículo (o un pendejo trabajito como el mío) si ha tenido referencias, es justo que publique el nombre de la bibliografía consultada. En este caso, como se trata de al menos cinco blogs, le doy crédito a quien los ha aglutinado en pequeños enlaces dentro de su “post”: Tirofijo.
1 comentario:
Oye, grupito de tortilleras y cabrones (tal vez hallá maricones lo mismo) vallan a leer al Cabeza de Puerco y a Tiro Fijo, y dense un salto por la Finca de Sosa y lean tambien los comentarios, que ya los metieron en el potaje de esta red repleta de frustrados y resentidos blogueros..
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